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¿Destruyó el Pecado la “Imagen de Dios”?

Durante los años muchos teólogos han declarado que la “imagen de Dios” en Génesis 1:26-27 hace referencia a una perfección espiritual que se perdió en la Caída. Por ende, han concluido que el hombre moderno ya no porta la imagen de Dios. El reformador Martín Lutero creía que la “imagen de Dios” era una justicia original que se perdió completamente. Él entonces proclamó: “Siento temor que desde la pérdida de esta imagen a través del pecado, no podamos entenderla en ninguna extensión”. Frecuentemente Juan Calvino mencionó que el pecado destruyó la imagen de Dios, que la Caída la eliminó, y que la injusticia finalmente la desfiguró. Recientemente, en su libro de 1975, El Hombre en Adán y en Cristo, el religionista y antropólogo Arthur Custance observó: “Génesis narra que el hombre fue creado en una manera especial, portando el sello de Dios que los animales no portaban. Génesis también nos dice que lo perdió” (p. 103). ¿Hace referencia el lenguaje de Génesis 1:26-27 solamente a Adán y Eva, así como estos escritores quieren que creamos? ¿O hace referencia a la humanidad en general?

La Biblia revela que el hombre todavía porta la imagen de Dios después de la Caída. Génesis 9:6 declara: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”. Según este pasaje, el hombre caído todavía porta la imagen de Dios. Se había registrado la caída de Adán y Eva anteriormente en el libro de Génesis; se señala claramente el hecho que el hombre había llegado a ser un pecador total en el contexto inmediato del pasaje (“…el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”—8:21). Aunque la evaluación de Dios en cuanto a la humanidad es correcta, se prohíbe el homicidio porque el hombre es creado a la imagen de Dios, es decir, él todavía porta esa imagen. Si alguien argumenta que este pasaje habla solamente en cuanto al pasado y no dice nada en cuanto al futuro, malinterpreta el significado del pasaje. Al escribir alrededor de 2,500 años después de la Caída, Moisés dijo que el homicidio es incorrecto porque la víctima es alguien creado a la imagen de Dios. Si el hombre no portara la imagen de Dios después de la Caída, estas palabras no hubieran tenido sentido para los israelitas (y no tuvieran sentido para el hombre moderno).

En el Nuevo Testamento se puede leer que Santiago escribió: “[P]ero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios” (3:8-9, énfasis añadido). La expresión castellana “están hechos” se deriva del griego gegonotas, que es el participio perfecto del verbo ginomai. Se usa el tiempo perfecto en griego para describir una acción que se completó en el pasado, pero cuyos efectos se expresan en el presente. Por ejemplo, cuando la Biblia dice, “Escrito está”, usualmente esta expresión está en el tiempo perfecto. Se escribió la Escritura en el pasado, pero se aplica en el presente. La idea central de la expresión griega traducida “que están hechos a la semejanza de Dios”, es que los seres humanos en el pasado han sido creados según la semejanza de Dios y que todavía son portadores de ese semejanza. Por esta razón es inconsistente bendecir a Dios y maldecir a los hombres con la misma lengua.

Aunque el pecado es destructivo para el hombre y repulsivo para Dios, la Biblia no enseña que la entrada del pecado al mundo destruyó la “imagen de Dios”. En cambio, el hombre moderno todavía está hecho a la imagen de Dios. Debería causarnos sobrecogimiento y humildad el hecho que todos los hombres posean características inherentes que le asemejen a Dios y le diferencien de la creación inferior.


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