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¡Cristo se Despojó…a Sí Mismo!

A través de los años, algunos teólogos han usado Filipenses 2:6,7 para abogar por la idea que la segunda Persona de la Deidad, al momento de la encarnación (cuando “el Verbo fue hecho carne”—Juan 1:14), “se despojó a Sí mismo” de la deidad. Se ha alegado que aunque Cristo existió en “forma de Dios” antes de la encarnación, Él se “despojó” de ese estatus mientras estaba en la Tierra.

A pesar de la popularidad de tales ideas en algunos círculos religiosos, estas no pueden ser probadas al citar Filipenses 2:6,7 o cualquier otro pasaje en la Biblia. En Filipenses 2:7, Pablo escribió que Jesús “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. ¿Qué exactamente trató de expresar el apóstol con la frase “se despojó a sí mismo”? Ya que se supone que el verbo “despojó” (griego ekenōsen) requiere un complemento (un calificador genitivo), entonces Cristo debe haberse “despojado” de algo. Sin embargo, como Gordon Fee ha mencionado en su comentario sobre Filipenses, “Cristo no se despojo de algo, él texto simplemente dice que Él se despojó a sí mismo, Él se vació a Sí mismo” (1995, p. 210, énfasis añadido). La Nueva Versión Internacional parece haber capturado este sentido al declarar que Él “se rebajó voluntariamente” (énfasis añadido). La palabra griega kenόō significa literalmente “vaciar, hacer vacío, o hacer vano”. Esta palabra es traducida como “vana” en Romanos 4:14, donde Pablo declaró que “vana resulta la fe”. La fe no se despojó a sí misma de algo, en cambio la fe se despojó a sí misma. Similarmente, comentando sobre la muerte de Jesús como sí esta hubiera ya ocurrido, Isaías escribió: “Derramó [Jesús—EL] su vida hasta la muerte” (Isaías 53:12). ¿Qué derramó Cristo? Su misma persona.

Pero ¿de qué manera dice Filipenses 2:7 que Jesús se despojó a Sí mismo? “Gramaticalmente, Pablo explica el ‘despojo’ de Jesús en la siguiente frase: ‘Tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres’” (Nelson’s Illustrated Bible Dictionary). A diferencia que Adán y Eva, quienes hicieron un intento de ser iguales a Dios (Génesis 3:5), Jesús, el postrer Adán (1 Corintios 15:45), se humilló y obedientemente aceptó el rol de un siervo. Como N.T. Wright declaró: “La humillación real de la encarnación y la cruz fue el hecho que quién era en sí mismo Dios, y quien nunca, durante todo el proceso, dejó de ser Dios, pudo aceptar tal vocación” (1986, p. 346).

Aunque este texto no nos instruye acerca de qué se despojó Cristo, nosotros podemos estar seguros que no hubo ningún cambio en Su naturaleza divina. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, Él reclamó igualdad con Dios el Padre (Juan 10:30) y permitió que otros le llamaran “Dios” (Juan 20:28; Mateo 16:16). Él también aceptó adoración, incluso cuando claramente enseñó que solamente Dios es digno de adoración (Mateo 8:2; Mateo 4:10). Si una persona sostiene que Jesús no fue divino mientras que estuvo en la Tierra, esta hace de Cristo un engañador o un lunático.

Filipenses 2:7 no enseña que Cristo se despojó de Su deidad. En cambio, a Su divinidad Él añadió humanidad (i.e., Él fue “hecho a la semejanza de hombres”). Por primera vez, Él estuvo sujeto a tales cosas como el hambre, la sed, el dolor, las enfermedades y la tentación (cf. Juan 19:28; Hebreos 4:15). En resumen, Él vino a la Tierra como un Dios-hombre.

REFERENCIAS

Barnes’ Notes (1997), Electronic Database, Biblesoft.

Fee, Gordon D. (1995), Paul’s Letter to the Philippians (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Nelson’s Illustrated Bible Dictionary (1986), Electronic Database, Thomas Nelson Publishers, Biblesoft.

Wright, N.T. (1986), “αρπαγμός and the Meaning of Philippians 2:5-11,” Journal of Theological Studies, 37:321-52, April.


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