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¿Cristo está a la Puerta de Su Corazón?

Una de las expresiones más familiares pronunciadas en la cristiandad es: “Cristo está a la puerta de su corazón”. Muchos predicadores han animado a sus oidores a “invitar a Jesús a sus corazones” para ser perdonados del pecado y llegar a ser cristianos. Alguien ha dicho que si repite un enunciado muchas veces, la gente llegará a aceptarlo por pura repetición y familiaridad. La amonestación que “Cristo está a la puerta de su corazón” ha sido repetida frecuentemente tanto que para muchos, no existe duda al respecto. Se pensaría que ya que este enfoque de la salvación está tan expandido, y la expresión es tan predominante, se podría encontrar ese enunciado en la Escritura—o siquiera la idea. Pero es perturbador darse cuenta que ¡este enunciado no se encuentra en la Escritura y que la Biblia simplemente no enseña esta doctrina!

Esta fraseología nos recuerda a Apocalipsis 3:20—el pasaje usualmente citado para sostener la idea que Cristo está a la puerta de nuestros corazones. Pero observe el contexto. Los capítulos dos y tres de Apocalipsis consisten de siete mini-cartas específicas dirigidas a siete iglesias de Cristo en el Asia Menor a finales del primer siglo. Desde el comienzo, se debe admitir que Apocalipsis 3:20 está dirigido a los cristianos—no a los no-cristianos al borde de la conversión.

Segundo, el versículo se encuentra entre los comentarios de Cristo a la iglesia en Laodicea. Jesús clarificó que la iglesia había cambiado a una condición infiel. Ellos estaban perdidos. No eran aceptables delante de Dios ya que eran “tibios” (3:16). Estaban perdidos ya que su estado espiritual era “desventurado, miserable, pobre” (3:17). Por ende, en un sentido muy real, Jesús les había abandonado al quitar Su presencia de en medio de ellos. Ahora Él estaba mirando desde afuera. Él todavía quería estar entre ellos, pero ellos tenían la decisión. Ellos tenían que reconocer la ausencia de Cristo, oírle tocar para ser admitido y abrir la puerta—lo cual es un lenguaje figurativo que significaba que ellos debían arrepentirse (3:19). Ellos debían regresar al estilo de vida obediente tan esencial para recibir el favor de Dios (Juan 14:21,23).

¡Esto significa que Apocalipsis 3:20 de ninguna manera sostiene la idea que un no-cristiano simplemente debe “abrir la puerta de su corazón” e “invitar a Jesús” con la garantía que en el momento que hace esto mentalmente y/o verbalmente, Jesús vendrá a su corazón, y él será salvo simultáneamente de todos sus pecados, y llegará a ser considerado un cristiano! El contexto de Apocalipsis 3:20 muestra que Jesús estaba buscando readmisión en una iglesia apóstata.

“Pero ¿no enseña la Biblia que Cristo viene al corazón de una persona?”. Sí. Pero no de la manera que el mundo religioso sugiere. Efesios 3:17 declara que Cristo mora en el corazón a través de la fe. La fe se puede adquirir solamente al oír la verdad bíblica (Romanos 10:17). Cuando una persona obedece la verdad bíblica, es “salva por fe” (Hebreos 5:9; Santiago 2:22; 1 Pedro 1:22; et.al.). Así que Cristo entra a nuestras vidas cuando nos acercamos “con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia [i.e., cuando nos arrepentimos de nuestros pecados], y lavados los cuerpos con agua pura [i.e., cuando somos bautizados en agua]” (Hebreos 10:22). Esta es la manera de aceptar a Cristo según el Nuevo Testamento (i.e., no-denominacional).


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