Confesiones en Cuanto a las Suposiciones y Contradicciones de los Paleoartistas
¿Cómo sabemos la manera en que los neandertales lucían? ¿Es el H. floresiensis (i.e., el Hobbit) prueba de la evolución, o fue solamente un humano pequeño? ¿Fue “Lucy” (Australopitecos afarensis) un simio o una persona? ¿Qué hay de las docenas de ilustraciones que aparecen en las portadas de revistas alrededor del mundo cada año y que supuestamente ilustran la verdad de la evolución humana? ¿Cuáles son los hechos reales detrás de las ilustraciones y modelos de nuestros supuestos antepasados parecidos a simios?
En un artículo reciente de la revista Science, titulado “La Resurrección de los Homininos”, el evolucionista Michael Balter colaboró con varios científicos y artistas para analizar algo de la ciencia infundada de los paleontólogos y paleoartistas modernos. Ya que nadie jamás ha visto a un humano semejante a un simio o a un simio semejante a un humano (estos no existen y nunca existieron—Génesis 1; Éxodo 20:11), no existen fotografías de “criaturas intermedias” peludas de dos patas que andan en sus nudillos y que cargan un garrote. Todas las ilustraciones y reconstrucciones de estas criaturas se basan en interpretaciones de varios fósiles. Sin embargo, la mayor parte del tiempo estas reconstrucciones “requieren muchas decisiones que los científicos no pueden determinar… Las reconstrucciones nos permiten hacer las preguntas, pero no responderlas” (Balter, 2009, 325[5937]:137). Según el antropólogo Zeresenay Alemseged, “los artistas deben seguir la pista de las interpretaciones anatómicas más recientes de los investigadores… Pero se debe considerar el producto final como la creación de un artista” (citado en Balter, p. 137, énfasis añadido)—no de un científico.
Desafortunadamente, los libros, revistas y museos por todo el mundo están llenos de creaciones artísticas defectuosas que se basan en interpretaciones equivocadas de los fósiles humanos y animales. Balter mencionó brevemente dos ejemplos de estos errores, aunque los hizo pasar como diferencias en vez de errores. Primero, señaló que, a comienzos del siglo XX, el paleontólogo francés Marcellin Boule “concluyó que el Neardental no caminó completamente erecto y que no tuvo parte en la ascendencia humana” (Balter, p. 137). Además, el artista a comienzos del siglo XX que Boule consiguió “creó una criatura brutal encorvada y peluda, parecida a un simio más que a un hombre” (p. 137). Sin embargo, “[l]os investigadores ahora piensan que los neandertales…estaban relacionados cercanamente al Homo sapiens y que no lucían como simios” (p. 137). Por ende, en vez de enfocarse en rasgos animales, “[l]as reconstrucciones neandertales modernas tienden a enfatizar su humanidad” (p. 137).
Se puede encontrar un segundo ejemplo de interpretaciones y reconstrucciones contradictorias de los paleontólogos y paleoartistas en la página 138 del artículo de Balter. En la parte inferior izquierda se aprecian dos reproducciones diferentes de la cabeza del Homo floresiensis. Al lado más izquierdo está un “Hobbit” pálido, arrugado, de rostro y ojos redondos, nariz pequeña, con pelo facial descuidado y cabello escaso. A su lado está un “Hobbit” de piel oscura, robusto, de rostro ceñido, ojos anchos y nariz grande, con mucho cabello y sin pelo facial. De manera interesante, los paleoartistas hicieron las reconstrucciones del mismo cráneo…pero las reconstrucciones no se parecen en absoluto.
Casi al final del artículo, Balter hizo referencia el antropólogo Adrienne Zihlman, quien admitió que “[l]a mayor parte de lo que hacemos es en parte arte y en parte ciencia” (p. 139, énfasis añadido). De igual manera, reconoció que “una gran parte del trabajo de los que investigan la evolución humana se basa tanto en conjetura como ciencia verdadera” (p. 139, énfasis añadido). En realidad, la parte de “conjetura” y “arte” del trabajo de los científicos evolucionistas es la parte de la evolución, mientras que la “ciencia verdadera” es lo que podemos conocer experimentalmente o por medio de las leyes naturales.
Lo que sabemos por medio de la “ciencia verdadera” es que nadie jamás ha observado que los simios o criaturas como simios evolucionen hasta convertirse en humanos. Además, tal evolución desafía a la ley científica muy conocida y llamada la Ley de la Biogénesis (vea Thompson, 2005). Los animales “avanzados” nunca evolucionaron hasta convertirse en humanos, así como los peces no desarrollaron patas y pulmones y se convirtieron en anfibios y reptiles durante muchos millones de años. Tales suposiciones pueden producir exhibiciones artísticas atractivas, pero nunca relatarán la verdadera historia de los orígenes humanos (Génesis 1-2; Salmos 139:13-16; vea Harrub y Thompson, 2003).
REFERENCIAS
Balter, Michael (2009), “La Resurrección de los Homininos” [“Bringing Hominins Back to Life”] Science, 325[5937]:136-139, 10 de julio.
Harrub, Brad y Bert Thompson (2003), La Verdad Acerca de los Orígenes Humanos [The Truth About Human Origins] (Montgomery, AL: Apologetics Press).
Thompson, Bert (1989), “La Biblia y las Leyes de la Ciencia: La Ley de la Biogénesis”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/420.
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