¿Cometió Moisés un Error Científico?
P.
La Biblia habla de dos animales como “rumiantes”: el conejo y la libre. ¿No se equivoca la Biblia en este punto?
R.
Un incrédulo una vez escribió: “Algo que me ha desconcertado por mucho tiempo es la manera que los partidarios de la inerrancia pueden encontrar fácilmente ‘conocimiento científico previo’ en pasajes bíblicos ambiguos pero al mismo tiempo no puede ver el error científico en los enunciados escritos claramente”. Este escéptico luego citó Levítico 11:5,6, donde se dice que el conejo y la libre son rumiantes, y se jactó de que ya que estos animales no tienen estómagos compartimentados como los rumiantes (e.g., la vaca), Moisés claramente cometió un error. ¿Qué debemos responder en frente de esta acusación?
Primero, no se puede atribuir error científico a la Biblia a menos que se conozcan todos los hechos completamente. En tal supuesto caso, la aseveración bíblica no debe ser ambigua. La información científica debe ser factual. Y un conflicto incuestionable debe prevenir cualquier armonización entre ambas. ¿Llenan estos pasajes bíblicos estos criterios de contradicción? Absolutamente no.
Segundo, debemos señalar que las palabras “conejo” (hebreo shaphan) y “liebre” (arnebeth) son palabras raras y difíciles en el Antiguo Testamento. La primera solo se encuentra cuatro veces y la segunda solo dos. La etimología de los términos es oscura. En la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo), se traduce shaphan como dasupoda, lo cual signifca “pata áspera”, y arnebeth como choirogrullion, lo cual significa literalmente “cerdo-marrano”. Por ende, un factor importante es la identificación. Sin embargo, se cree comúnmente que el arnebeth es alguna especie de liebre, y que shaphan hace referencia a un hírax sirio.
Pero, así como se señala, ninguno de estos animales rumia. Muchos eruditos han señalado que estos dos animales mastican como la vaca y oveja, incluso cuando duermen, por ende Moisés pudo haber empleado lenguaje fenomenal (i.e., describiendo algo como lo que parece), con el propósito de identificación rápida, ya que estas criaturas eran ceremonialmente impuras, y su consumo era prohibido (Archer, 1982, p. 126).
Esa no es una solución imposible. Por ejemplo, en Levítico 11 se lista a los murciélagos con las aves, no porque ambos sean mamíferos, sino porque ambos vuelan. Las Escrituras no siguen necesariamente los sistemas arbitrarios de clasificación del hombre. Cuando Cristo dijo que la semilla de mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mateo 13:32), Él estuvo hablando desde el punto de vista de un ciudadano de Palestina—no de un botánico moderno. Nosotros empleamos expresiones fenomenales cuando decimos que el Sol se “levanta y se pone”. Técnicamente no es correcto hacer referencia al fluido amniótico de la mujer como “aguas”, pero los doctores emplean este lenguaje frecuentemente. ¿Por qué no permitimos que los escritores de la Biblia tengan los mismos privilegios que nosotros tenemos? La parcialidad del agnosticismo es completamente increíble.
No obstante, existe otro factor que se debe considerar. El rumiado no implica necesariamente un sistema estomacal compartimentado. Una definición de “rumiar” es simplemente “masticar otra vez lo que ha sido tragado” (Diccionario Webster). Y de manera extraña, eso es lo que la liebre hace. Aunque la liebre no tiene un estómago compartimentado—que es característica de la mayoría de rumiantes—ésta sí mastica su comida por segunda vez. Se ha aprendido muy recientemente que las liebres expelen dos tipos de material fecal.
Además del desecho normal, expelen un segundo tipo de material fecal conocido como cecótrofo. Una vez que se pasa el cecótrofo, el conejo lo recupera y lo mastica otra vez… Tan pronto como el cecótrofo es masticado y tragado, se agrega a la región cardiaca del estómago donde experimenta una segunda digestión (Morton, 1978, pp. 179-181).
Este proceso complicado provee al conejo con 100% más de riboflavina, 80% más de niacina, 160% más de ácido pantoténico, y un extra 40% de vitamina B12 (Harrison, 1980, p. 121). En un estudio comparativo de vacas y conejos, Jules Carles concluyó que el rumiado no se debe definir desde un punto de vista anatómico (e.g., la presencia de un estómago de cuatro partes); en cambio, debe ser considerado desde el punto de vista de un mecanismo reproductor de bacterias para mejorar la alimentación. Las vacas y conejos son similares en el hecho que ambos poseen una cámara de fermentación con microorganismos que digieren material vegetal indigestible, convirtiéndolo en nutrientes. Algunos mecanismos en estos dos animales son los mismos, o muy similares. Carles ha declarado que según este enfoque, “es difícil negar que los conejos no sean rumiantes” (citado en Brand, 1977, p. 104). El Dr. Bernard Grzimek, Director de los Jardines Zoológicos de Frankfurt en Alemania, de igual manera ha clasificado a la liebre como rumiante (1975, pp. 421-422).
Por otra parte, algunos también han considerado al hírax como rumiante, basados sobre el hecho que este animal tiene un proceso digestivo múltiple.
El hírax tiene una protuberancia muy larga, un ciego y dos ciegos adicionales cerca del colon. A lo menos una de estas protuberancias participa en la descomposición de la celulosa. Esta contribuye con ciertas enzimas necesarias para la descomposición de la celulosa (Morton, 1978, p. 184).
La Enciclopedia de Grzimek Sobre la Vida Animal (Grzimek’s Animal Life Encyclopedia) [1975] considera al hírax como un rumiante. El profesor Joseph Fischel de la Universidad de California ha sugerido que la alusión bíblica al shaphan como un rumiante probablemente se debe “a la estructura de su sistema digestivo, las protuberancias en su estómago grande, siendo su apéndice y fauces considerados comparables a los cuatro estómagos de los rumiantes” (1971, p. 1144). En su trascendente estudio de la microflora intestinal en los herbívoros, el científico Richard McBee observó que el hírax tiene una cámara de fermentación para que los organismos digieran la hierba (citado en Brand, 1977, p. 103).
Finalmente, el significado preciso de gerah como “rumiar” en la mayoría de versiones, es incierto. Muchos judíos ortodoxos consideran que esto simplemente significa una segunda masticación, o una apariencia de masticación. Samuel Clark declaró que el significado de gerah “llegó a expandirse, y familiarmente se hablaba de los roedores y paquidermos, que tienen el hábito de chirriar con sus mandíbulas, como animales rumiantes” (1981, 1:546).
En vista de los factores precedentes, es muy impertinente sugerir que el relato de Moisés contiene un error relacionado a estas criaturas. Al realizar un procedimiento interpretativo prudente, considerando la información disponible, se eliminará cualquier conclusión imprudente e injustificada.
REFERENCIAS
Archer, Gleason (1982), Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids, MI: Zondervan).
Brand, Leonard R. (1977), “Do Rabbits Chew the Cud?,” Origins, 4(2):102-104.
Clark, Samuel (1981), “Leviticus,” The Bible Commentary, ed. F.C. Cook (Grand Rapids, MI: Baker).
Fischel, Joseph W. (1971), “Hyrax,” Encyclopedia Judaica (New York: Macmillan).
Grzimek, Bernard, ed. (1975), Grzimek’s Animal Life Encyclopedia (New York: Van Nostrand Reinhold).
Harrison, R.K. (1980), Leviticus (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press).
Morton, Jean Sloat (1978), Science in the Bible (Chicago, IL: Moody).
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