¿Autorizó David el Bautismo de Bebés?
¿Por qué muchos padres quieren que sus bebés recién nacidos sean bautizados? Los padres tienen razones diferentes, pero la razón más prominente es que quieren que sus hijos sean perdonados del pecado (“Early Teachings on Infant Baptism”, 2004). ¡Pero los bebés no tienen pecados! Jesús dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). Este enunciado sugiere que las personas se bautizan y llegan al cristianismo para ser como niños pequeños. Si los niños pequeños son pecadores perdidos, ¿por qué nos diría el Señor que nos hagamos como niños (vea Mateo 19:14)?
Desde luego, los niños pequeños (incluyendo a los bebés) no están perdidos. Ellos no tienen la suficiente edad para entender la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, así que no pueden escoger conscientemente hacer lo incorrecto, y por ende no pueden pecar. El bautismo nos salva del pecado (1 Pedro 3:21), pero los bebés no pueden ser salvos del pecado ya que todavía no han pecado. Los niños no tienen la necesidad de ser salvos, en cambio están en una condición salva. Kyle Butt ofreció un ejemplo perspicaz:
¿Enseña la Biblia que los bebés irán al infierno cuando mueren? Para responder a esta pregunta, debemos encontrar un ejemplo bíblico en el cual un bebé murió, y en el cual se registra su destino eterno. Encontrarlo no es muy difícil. En 2 Samuel 12, el hijo recién nacido del Rey David cayó enfermo gravemente. Después de siete días, el niño murió. En los versículos 22 y 23, la Biblia registra que David dijo: “Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí”. Es claro que el hijo muerto de David no regresaría a esta Tierra, pero David también dijo que un día, él estaría con su hijo. A través de inspiración, David documentó que su propio destino eterno sería estar “en la casa de Jehová” (Salmos 23:6; cf. Salmos 17:15; 103:1-5; Isaías 37:35; Hechos 13:34; Hebreos 11:32). Por tanto, podemos concluir que “la casa de Jehová” sería el destino eterno de su bebé a quien David un día iría. El Rey David esperaba el día en que se reuniría con su hijo en el cielo. Absolutamente nada en este contexto insinúa que el alma del bebé muerto iría al infierno (2006b).
Sin embargo, algunos sugieren que David afirmó la herencia del pecado original, ya que él declaró: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmos 51:5). Un ejemplo de este enfoque erróneo es el de Matthew Henry, quien comentó sobre lo que David escribió en Salmos 51:5:
Él confesó su corrupción original… David habla en otro lugar de la estructura admirable de su cuerpo (Salmos 139:14,15), expresando que éste fue elaborado minuciosamente; aunque aquí dice que fue formado en iniquidad, que el pecado estaba mezclado con su cuerpo, no como si hubiera venido de Dios, sino como si viniera de los lomos de sus padres. En otro escrito, él habla de la piedad de su madre. Dice que ella era la sierva de Dios, y que él añoraba su relación con ella (86:16;116:16), aunque aquí dice que ella le concibió en pecado. Aunque por gracia fue una hija de Dios, también fue por naturaleza una hija de Eva y no estaba exenta de la característica común. Debemos sentir dolor por venir al mundo con una naturaleza corrupta, desdichadamente degenerada de su pureza y rectitud primitiva. Tenemos desde nuestro nacimiento el lazo del pecado en nuestros cuerpos, la semilla del pecado en nuestras almas y la mancha del pecado en ambos. Esto es a lo que llamamos pecado original, ya que es antiguo como nuestro origen y ya que es el origen de todas nuestras transgresiones reales (s.d., 3:431, énfasis en original).
Un pasaje que a menudo se usa juntamente con Salmos 51:5 es Salmos 58:3, donde David escribió un enunciado similar: “Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron”. A primera vista, puede parecer que David afirmó que los niños nacen “manchados por el pecado” (como a menudo se dice). ¿Es eso lo que David quiso decir? Si el Espíritu Santo hubiera inspirado a que David escribiera que los bebés son inherentemente pecaminosos al nacer, entonces a lo menos algunos bebés necesitarían la remisión de los pecados. Lo cierto es que existen varias interpretaciones posibles para estos dos versículos, pero ninguna de estas autoriza el bautismo de bebés.
Primero, note que el contexto del Salmo 51:5 y el Salmo 58:3 incluye un lenguaje poético e hiperbólico. En el versículo tres y cuatro del capítulo 51, David declaró: “Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado” (énfasis añadido). Un posible significado del Salmo 51:5 y el Salmo 58:3 es este: una gran parte de la vida de David estuvo caracterizada por el pecado, y, ya que David era muy consciente del pecado, expresó su dolor al usar lenguaje figurativo hiperbólico (vea Jackson, 1998, p. 46; vea también Coffman y Coffman, 1992, p. 434). Esta es una probabilidad convincente, ya que David escribió que los niños hablan mentiras “desde que nac[en]” (Salmos 58:3). Ya que los bebés no pueden hablar mentiras, podemos asumir que David no tuvo la intención de expresar un significado literal en el Salmo 58:3. Además, ese versículo indica que toda la gente impía habla mentira, lo cual no es literalmente cierto ya que la gente puede pecar en diferentes maneras. Al emplear obviamente la hipérbole, Job dijo que él cuidó de los huérfanos y las viudas desde que nació (Job 31:18; vea Jackson, 2000). Ya que el Salmo 58:3 se presta mucho a la interpretación hiperbólica, entonces también es razonable considerar el Salmo 51:5, el cual contiene aparentemente lenguaje hiperbólico, como figurativo. Si se toma el lenguaje del Salmo 51:5 literalmente, y se interpreta este versículo según la doctrina calvinista, este versículo contradecirá a otros pasajes claros de la Escritura (Ezequiel 18:20; Romanos 14:12; 2 Corintios 5:10). Pero la Biblia no se contradice.
Segundo, los que todavía insisten que el Salmo 51:5 demuestra que David nació “manchado por el pecado”, deben recordar que la madre de David, una mujer adulta, fue una pecadora. Si se entiende el lenguaje de este versículo literalmente, entonces el pecado del cual David escribió debe ser el pecado de su madre. Sin embargo, David no quiso decir que él heredó el pecado de su madre (vea Butt, 2006a). Mucha gente sufre las consecuencias del pecado de sus padres, pero los bebés no son responsables por el pecado de sus padres. La razón de esto es porque el alma no viene de los padres humanos, sino de Dios (Eclesiastés 12:7; Hebreos 12:9; vea Jackson, 2000). La gente no llega a ser pecaminosa hasta que no escoja pecar, y eso ocurre tiempo después del nacimiento (vea Génesis 8:21; Eclesiastés 12:1; Jeremías 3:25).
Una tercera interpretación plausible del Salmo 51:5 es que David simplemente señaló que había nacido en un mundo gobernado por el pecado. En ese sentido, cualquiera pudiera decir sinceramente, “Nací en pecado”, sin contradecir la Escritura o incluso admitir el pecado personal, especialmente en vista de que nuestros padres son pecadores (vea Jackson, 2000).
Cuarto, ya que David escribió el Salmo 51 como una oración de arrepentimiento, algunos han sugerido que el salmista estuvo usando el lenguaje poético, poniendo estas palabras en la boca de un niño que fue concebido como resultado de la relación ilícita de David y Betsabé. En ese contexto, el pasaje pudiera decir literalmente: “En pecado me concibió mi madre”. Aunque no se puede descartar la posibilidad de esta interpretación, parece ser un poco “forzada” a primera vista—es decir, esta interpretación no parece ser muy obvia por el texto como lo son otras interpretaciones.
Una quinta posibilidad, aunque remota, es que David hizo referencia a que él era la décima generación en el linaje de Judá, quien tuvo una relación incestuosa con su nuera, Tamar (vea Génesis 38). Ya que Deuteronomio 23:2 dice, “No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová” (énfasis añadido), es posible que David simplemente hizo referencia al pecado de Judá y Tamar, el cual prevalecía en su familia.
David nunca declaró que los bebés son pecadores cuando nacen. No obstante, incluso si se pudiera probar escrituralmente que los niños nacen en pecado (y realmente no se puede hacerlo), todavía los bebés no serían candidatos adecuados para el bautismo, ya que la creencia y el arrepentimiento son prerrequisitos para el bautismo (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 3:19).
REFERENCIAS
Butt, Kyle (2006a), “¿Heredan los Hijos el Pecado de Sus Padres?”, [En-línea], URL: https://www.apologeticspress.org/espanol/articulos/3092.
Butt, Kyle (2006b), “¿Van los Bebés al Infierno Cuando Mueren?”, [En-línea], URL: https://www.apologeticspress.org/espanol/articulos/2900.
Coffman, James Burton y Thelma B. Coffman (1992), Commentary on Psalms (Abilene, TX: ACU Press).
“Early Teachings on Infant Baptism” (2004), Catholic Answers, [En-línea], URL: http://www.catholic.com/library/Early_Teachings_of_Infant_Baptism.asp.
Henry, Matthew (sine data), Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible (McLean, VA: MacDonald).
Jackson, Wayne (1998), “ ‘Yes, We Baptize Our Babies….’—A Response,” Christian Courier, 33:45-46, April.
Jackson, Wayne (2000), “ ‘Original Sin’ and a Misapplied Passage” [En-línea], URL: http://www.christiancourier.com/archives/originalSin.htm.
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