¿Aprobó Jesús el Quebrantamiento de la Ley?
Los fariseos realmente no pensaban que el Hijo de Dios no tenía de que ser reprendido. Después que Jesús alimentó a los cuatro mil, ellos vinieron para “tentarle”, pidiéndole que mostrara una señal del cielo (Mateo 16:1). Después, en el evangelio de Mateo (19:3et.seq.), el escritor registró que “vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”. Como en otras ocasiones, en este caso el propósito de los fariseos era confundir a Jesús en Sus enseñanzas al hacerle una pregunta engañosa—que si la respondía de la manera que los fariseos habían pensando, Jesús sería objeto de la ira de Herodes Antipas (cf. Mateo 14:1-12; Marcos 6:14-29) y/o de algunos de Sus compatriotas judíos (e.g., los de la escuela de Hillel o los de la escuela de Shammai). Por tercer vez, los fariseos buscaron “sorprenderle en alguna palabra” (Mateo 22:15) cuando preguntaron, “¿Es lícito dar tributo a César, o no?” (22:17). Los fariseos celosos e hipócritas no se saciaban en sus intentos de destruir la influencia del Señor tanto que en una ocasión incluso acusaron a los discípulos de Jesús de quebrantar la ley cuando fueron “por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer” (Mateo 12:1et.seq.). [NOTA: “Su conocimiento de este incidente insignificante muestra que ellos observaban minuciosamente las obras de Jesús” (Coffman, 1984, p. 165). La observación profunda a la cual Jesús estaba sujeto tal vez era más insaciable que la que algunas “estrellas” de Hollywood experimentan. En un sentido, se puede considerar a los fariseos como los “paparazzis” del tiempo de Jesús]. Supuestamente, lo que los discípulos estaban haciendo en el día de reposo se consideraba “trabajo”—algo que la Ley de Moisés prohibía (Mateo 12:2; cf. Éxodo 20:9-10; 34:21).
Jesús respondió al criticismo de los fariseos al señalar la verdad sobre el asunto, y al mismo tiempo reveló la hipocresía de los fariseos. Como era algunas veces la costumbre de Jesús cuando Sus enemigos le tentaban (cf. Mateo 12:11,12; 15:3; 21:24,25, etc.), Él respondió a la acusación de los fariseos con dos preguntas. Primero, preguntó: “¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?” (12:3,4). Jesús recordó a los fariseos de un evento en la vida de David (registrado en 1 Samuel 21:1et.seq.), en el cual, mientras huían del rey Saúl, él y otros comieron de los panes de la proposición que sólo los sacerdotes tenían el derecho de comer (Levítico 24:5-9). Algunos comentaristas han concluido injustificablemente que Jesús estaba implicando que David era inocente (y que las leyes de Dios están sujetas a las necesidades humanas—cf. Zerr, 1952, 5:41; Dummelow, 1937, p. 666), y que por ende Él estaba defendiendo la “infracción” de Sus discípulos con el mismo razonamiento. No obstante, la verdad es diferente. Jesús declaró explícitamente que lo que David hizo estaba equivocado (“no era lícito”—12:4), y que lo que Sus discípulos hicieron era correcto—ellos eran “inocentes” (12:7). Además, como J.W. McGarvey observó: “Si los cristianos pueden violar la ley cuando su observancia implicaría daño o sufrimiento, entonces existe un límite para el sufrimiento en el nombre de Cristo y un límite para la auto-negación” (1875, p. 104). Jesús no permitió que Sus discípulos quebrantaran la ley en esta ocasión (o en alguna otra) solo porque era conveniente (cf. Mateo 5:17-19). Los fariseos simplemente estaban acusando a los discípulos erróneamente. La única “ley” que los discípulos de Jesús quebrantaron fue la interpretación farisaica de la ley (que parecía ser más sagrada para los fariseos que la ley misma). En respuesta a este legalismo extremo, Burton Coffman declaró enérgicamente:
¡En el punto de vista de los fariseos, los discípulos eran culpables de trillar trigo! ¡Esta pedantería, escrupulosidad e intensificación de insignificancias también les hubiera hecho culpable de irrigar la tierra si ellos hubieran hecho caer algunas gotas de rocío mientras pasaban por los campos! Los fariseos estaban tratando de embaucar a Jesús; y cualquier acusación era mejor que ninguna (1984, p. 165, énfasis añadido).
Jesús usó la instrucción de 1 Samuel 21 para hacer que los fariseos reconocieran su deshonestidad, y para justificar a Sus discípulos. David, un hombre del cual los judíos siempre se jactaban, flagrantemente violó la ley de Dios al comer el pan de la proposición, pero los fariseos le justificaban. Por otra parte, los discípulos de Jesús estuvieron recogiendo simplemente algunos granos el día de reposo mientras caminaban por el campo—un hecho que la ley no prohibía, pero los fariseos les condenaron. Si los fariseos no hubieran aprobado la conducta de David, ellos pudieran haber respondido diciendo, “Tú te juzgas a ti mismo. Todos ustedes son pecadores”. Sin embargo, su reacción a la pregunta de Jesús fue la típica de hipócritas que habían sido expuestos—el silencio.
Jesús luego hizo una segunda pregunta, diciendo, “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?” (Mateo 12:5). Aquí Jesús quería que los fariseos reconocieran que incluso la ley misma aprobaba algunas obras el día de reposo. Aunque los fariseos actuaban como si toda obra estaba prohibida en este día, este realmente era el día más ocupado de la semana para los sacerdotes.
Ellos preparaban y cambiaban los panes de la proposición; realizaban sacrificios sabáticos (Números xxviii. 9), y mataban dos corderos el día de reposo en adición al sacrificio diario. Esto involucraba la matanza, el desgarramiento de la piel, la limpieza de los animales y la preparación del fuego para consumir el sacrificio. Ellos también arreglaban las lámparas de oro, quemaban incienso y realizaban otras obligaciones (McGarvey, s.d., pp. 211-212).
Una de esas “otras obligaciones” hubiera sido circuncidar a un bebé varón cuando el octavo día del niño cayera en el día de reposo. El propósito por el cual Jesús citó estas obras “profanas” de los sacerdotes fue para probar que la prohibición del día de reposo no era incondicional. [NOTA: Jesús usó el término “profanar”, no porque los sacerdotes realmente profanaban el templo cuando trabajaban el día de reposo, sino usó esta palabra para “expresar lo que implicaría las nociones erróneas de los fariseos sobre los trabajos manuales que se realizaban el día de reposo” (Bullinger, 1898, p. 676)]. Lo cierto es que la ley del reposo “no prohibía trabajar en absoluto, sino prohibía el trabajo por ganancia mundana. La actividad en el trabajo del Señor es permitida y mandada” (McGarvey, s.d., p. 212). Por ende Coffman concluyó: “Así como los sacerdotes servían en el templo el día de reposo y no tenían culpa, sus discípulos [de Jesús—EL] podían también servir a Cristo, el Mayor que el Templo, sin incurrir en culpabilidad” (p. 167). Así como los sacerdotes que servían a Dios en el templo el día de reposo estaban actuando de acuerdo a la ley, también lo hacían los discípulos de Jesús mientras servían al “Señor del día de reposo” (Mateo 12:8) cuya santidad era mayor que la del templo (12:6).
REFERENCIAS
Bullinger, E.W. (1898), Figures of Speech Used in the Bible (Grand Rapids, MI: Baker, 1968 reimpresión).
Coffman, Burton (1984), Commentary on the Gospel of Matthew (Abilene, TX: ACU Press).
Dummelow, J.R. (1937), One Volume Commentary (New York: MacMillan).
McGarvey, J.W. (sine data), The Fourfold Gospel (Cincinnati, OH: Standard).
McGarvey, J.W. (1875), Commentary on Matthew and Mark (Delight AR: Gospel Light).
Zerr, E.M. (1952), Bible Commentary (Raytown, MO: Reprint Publications).
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