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Algunas Carreras Merecen la Pena Perderlas

Incluso con las limitaciones federalmente restringidas, la investigación de la célula madre embrionaria continúa dentro del sector privado en los Estados Unidos. Pero de acuerdo a la National Geographic, los EE.UU. puede estar en peligro de perder la carrera por crear la primera terapia de la célula madre embrionaria aprobada por la FDA [Administración de Comida y Fármacos—MP] (Weiss, 2005). En una movida obvia por crear ansiedad acerca del quedarse atrás en esta “carrera” científica, la edición de julio del 2005 de la National Geographic figuró una historia de portada sobre el tema de la investigación de la célula madre embrionaria. Stephen Minger, el director del Laboratorio Biológico de la Célula del Tallo en la Universidad del Rey en Londres, remarcó: “Yo conozco a mucha gente en los EE.UU. a quienes les gustaría comprometerse en el trabajo de la célula madre embrionaria pero quienes no lo harían a causa de las incertidumbres políticas. Yo pienso que los Estados Unidos está en peligro real de quedarse atrás” (como citado en Weiss, p. 17).

¿Cuál sería la respuesta adecuada a tal enunciado? “¡Qué importa si no ganamos la carrera!”. Aquí hay dos preguntas que todos deberíamos considerar profundamente: ¿Sería tan malo perder una carrera científica que trata a los embriones humanos como simplemente un grupo de células? ¿Sería algo malo que los Estados Unidos se pusiera en pie y dijera al mundo que nosotros no vamos a tratar a nuestros ciudadanos (desde embriones a ancianos) en tal modo horrible? Ahora es el tiempo que los Estados Unidos—una nación en la cual los Padres Fundadores no estaban avergonzados de admitir y defender sus creencias bíblicas—haga un enunciado moral firme al salirse del todo de la carrera de la investigación de la célula madre embrionaria. Esta es una carrera en la cual no deberíamos estar involucrados, y esta es una carrera que el resto del mundo debería reconsiderar. El hecho de que una “carrera” exista no requiere que los Estados Unidos vierta billones de dólares de impuestos para ganarla.

La portada de julio de la National Geographic hizo la pregunta: “¿Cuán lejos iremos?”. La respuesta puede ser encontrada escrita entre las líneas del artículo de apoyo de Jennifer Holland sobre la “Carrera de la Célula del Tallo”, en el cual ella citó al católico romano Fiorenza DiFranco: “Si una terapia puede ayudar a la gente, no es el rol de la iglesia o del gobierno el prohibirla” (2005, p. 9). Por ende, se argumenta que los Estados Unidos no puede abandonar la investigación de la célula madre embrionaria ya que ésta puede “ayudar a la gente”. ¿Nos vamos a aferrar a este tipo de lógica para cada proceso clínico—incluso cuando lidiamos con la destrucción de la vida que fue creada a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26,27)? Si existiera incluso la más remota posibilidad de que esto pudiera “ayudar a la gente”, ¿significaría esto que no deberíamos poner ninguna regulación? Esta actitud nos guía a un camino hacia una pendiente resbalosa.

Afortunadamente, el artículo también incluyó algo de información acerca de las células del tallo de adultos, pero el enfoque estaba firmemente proyectado en las células embrionarias del tallo y su beneficio “potencial”. El mensaje fundamental era que estos grupos de células deberían ser usados para “ayudar a la gente”. Jennifer Holland sostuvo que “[…]un embrión de cinco días de edad es más pequeño que el punto al final de esta oración. Este no tiene características identificables ni una pizca de sistema nervioso” (p. 10). Otra vez, la idea fundamental es que ya que no existe sistema nervioso, el niño no puede sentir dolor, por ende no deberíamos sentirnos culpables de hacerlo pedazos para cosechar sus células del tallo.

Holland continuó: “Los partidarios (de la investigación de la célula madre embrionaria) señalan que los embriones destinados a la eliminación por las clínicas de fertilización son un recurso desperdiciado” (p. 10, énfasis añadido). Weiss entonces presenta uno de los argumentos más comunes en apoyo de la investigación de la célula madre embrionaria, señalando que estos son los únicos “pluripotentes”, i.e., solamente las células embrionarias del tallo no se han diferenciado todavía, y por ende pueden llegar a ser cualquier célula en el cuerpo. Weiss declaró: “A diferencia que las células del tallo de adultos, las cuales parecen tener repertorios limitados, las células embrionarias del tallo son pluripotentes—éstas pueden llegar a ser virtualmente toda clase de célula humana” (p. 15). Sin embargo, si Weiss hubiera hecho su tarea, él hubiera aprendido que en el 2001 los científicos ya habían purificado exitosamente células del tallo pluripotentes de adultos del tejido del cerebro (Rietze, et.al., 2001, 412:736). Jennifer Holland reconoció este mismo punto cuando admitió cinco páginas antes: “Las células del tallo de adultos pueden resultar ser más abundantes y maleables de lo que se pensaba antes” (2005, p. 10, énfasis añadido).

¡Este reconocimiento puede ser visto en el artículo, donde más de ocho veces los autores registran los avances hechos con las células del tallo de adultos! De hecho, en la página 13 se presenta un cuadro que lista algo del progreso hecho en la terapia de la célula del tallo de adultos para tratar enfermedades del corazón, leucemia, reumatismo articular, parkinson, y diabetes Tipo 1. [NOTA: Para una lista más detallada de los estudios de investigación que han sido realizados usando células del tallo de adultos, se anima al lector a ver el artículo en inglés “Presidential Elections, Superman, Embryonic Stem Cells, Bad Science, and False Hope.”

Si las células del tallo de adultos son “más abundantes y más maleables” que lo que antes se pensaba, ¿por qué necesitamos destruir vida humana y seguir adelante con la investigación de la célula madre embrionaria? La respuesta yace en el hecho que la investigación de la célula embrionaria del tallo está recibiendo una cantidad tremenda de apoyo de los activistas por los derechos del aborto. Si ellos pueden vender la idea de que un embrión no tiene sistema nervioso y es valioso para la investigación cient&iacfute;fica, entonces ¿por qué no usar los fetos abortados y los sobrantes de la fertilización in vitro? Los americanos deben reconsiderar esta “carrera” y sus implicaciones éticas. Tal vez, por una vez, nosotros debemos enviar un mensaje más fuerte al perder esta “carrera” que al ganarla.

REFERENCIAS

Holland, Jennifer (2005), “The Stem Cell Race,” National Geographic, 208:9-10, July.

Rietze, Rodney L., Helen Valcanis, Gordon F. Brooker, Tim Thomas, Anne K. Voss, and Perry F. Bartlett (2001), “Purification of a Pluripotent Neural Stem Cell from the Adult Mouse Brain,” Nature, 412:736-738.

Weiss, Rick (2005), “The Power to Divide,” National Geographic, 208:2-27, July.


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