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A.C. y D.C. ya No son más P.C.

Aparentemente nunca satisfechos con los logros sucesivos hechos por su ataque implacable hacia la religión cristiana, los técnicos sociales de lo “políticamente correcto” están infelices incluso con nuestro calendario. Parece no haber fin para su deseo caprichoso por desinfectar nuestra sociedad al eliminar toda indicación de nuestra herencia americana cristiana. El cálculo del tiempo de las civilizaciones occidentales está basado en el calendario gregoriano que refleja un punto de vista cristiano al datar el total de la historia humana en términos del nacimiento de Cristo. “a.C.” (“antes de Cristo”) hace referencia a los años que precedieron al nacimiento de Cristo. “d.C.” (“después de Cristo”) hace referencia a los años que han pasado desde el nacimiento de Cristo.

Por años, los académicos han resuelto el “problema” al abrazar las designaciones “E.C.” y “A.E.C.”, i.e., “Era común” y “Antes de la Era Común”. Desde luego, tales intentos de reestructurar nuestros valores están proyectados a evitar “ofender” o ser “insensibles” de aquellos que no comparten el punto de vista cristiano. Pero los esfuerzos están llenos de auto-contradicciones, y no pueden ser sostenidos consistentemente. Aunque recurrir a E.C./A.E.C. puede ser más agradable para los judíos, ateos, agnósticos, hindúes, y budistas, ¿qué se puede hacer para acomodar al 1.2 billón de Musulmanes—quienes están emigrando a Norteamérica en números crecientes? Su calendario calcula el tiempo basado en la designación D.H. (después de la hégira). Hégira en árabe significa “huída”, y hace referencia al año (622 d.C.) cuando Mahoma huyó de la Meca a Medina, marcando el comienzo de la era musulmana. Los musulmanes nunca estarán completamente contentos con cualquier otro medio de calcular el tiempo. El pluralismo y lo “políticamente correcto” son auto-contradictorios.

Muchos de estos fanáticos ardientes insisten que ellos están simplemente defendiendo la voluntad de los Padres Fundadores de Norteamérica, quienes, ellos sostienen, intentaban establecer una sociedad sin religión en la cual todas las religiones y filosofías recibieran igual estatus y consideración. Ellos insisten que la Constitución norteamericana impone “separación de la iglesia y el estado” en la cual a ninguna religión se le da la exclusividad pública—ciertamente no al punto de excluir cualquier otra religión. Pero esta reclamación es una necedad completa y disparate histórico. Aunque estos liberales sociales han estado reescribiendo la historia norteamericana, borrando las alusiones públicas al cristianismo, y sacando beneficio de la ignorancia nacional por más de 40 años, la verdad todavía existe para aquellos que deseen examinarla.

¿No había musulmanes, budistas, hindúes, judíos, o ateos en Norteamérica en el tiempo que los Padres Fundadores escribieron la Constitución y fundaron la gran república americana? ¡La historia muestra que sí había! Aunque estos puntos de vista minoritarios no eran perseguidos, los Artífices no ajustaban su propio sistema de creencia para alojar a aquellos que sostenían puntos de vista opuestos. En realidad, ellos no defendían el pluralismo. Como el juez Joseph Story (uno de los dos hombres que compartió el título de “Padre de la Jurisprudencia Americana”) de la Suprema Corte de Justicia de los EE.UU. declaró en su multi-volumen monumental Commentaries on the Constitution of the United States (Comentarios sobre la Constitución de los Estados Unidos):

El objetivo real de la [Primera E]nmienda no fue aprobar, mucho menos favorecer el mahometismo, el judaísmo, o la incredulidad al postrar el cristianismo; sino fue excluir toda rivalidad entre las sectas cristianas y evitar cualquier establecimiento nacional eclesiástico que daría a una jerarquía el patrocinio exclusivo del gobierno nacional (1833, 3:728, énfasis añadido).

En efecto, los Fundadores fueron firmes en su insistencia de que el cristianismo debía permanecer como la fundación de América. Por ejemplo, después de servir como presidente de los Estados Unidos por dos periodos, en su discurso de despedida a la nación, George Washington explicó:

De todas las disposiciones y hábitos que guían a la prosperidad política, la religión y la moralidad son apoyos indispensables. Sería en vano que un hombre reclame tributo de patriotismo y luego labore para subvertir estos grandes pilares de la felicidad humana, estas columnas firmes de los deberes de los hombres y ciudadanos… Tanto la razón como la experiencia nos impide esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer en la exclusión del principio religioso (1796, énfasis añadido).

¿A qué religión se refirió Washington? Uno de los firmantes de la Declaración de la Independencia, Charles Carroll, en una carta a James McHenry en noviembre 4 de 1800, expuso adicionalmente: “Sin morales una república no puede subsistir por ningún periodo de tiempo; por tanto aquellos que condenan la religión cristiana, de quienes su moralidad es tan sublime y pura…socavan la sólida fundación de las morales, la mejor garantía para la duración de los gobiernos libres” (como citado en Steiner, 1907, p. 475, énfasis añadido). Otro Padre Fundador, Noah Webster, en una carta a James Madison en octubre 16 de 1829, insistió igualmente: “[…]la religión cristiana, en su pureza, es la base, o mejor dicho la fuente de toda libertad genuina en el gobierno…y yo estoy convencido de que ningún gobierno civil de una república puede existir y ser duradero en el cual los principios de tal religión no tengan una influencia controladora” (como citado en Snyder, 1990, p. 253, énfasis añadido).

El segundo presidente de estos Estados Unidos sostuvo el mismo punto de vista. Después de servir por dos periodos como vicepresidente junto al Presidente George Washington, en octubre 11 de 1798, John Adams afirmó: “[…]nosotros no tenemos gobierno armado con poder capaz de contender con las pasiones humanas desatadas por la moralidad y la religión…. Nuestra Constitución fue hecha solamente para un pueblo moral y religioso. Esta es completamente inadecuada para un gobierno de una clase diferente” (1854, 9:229, énfasis añadido).

Observe que estos Artífices y Fundadores fueron registrados, declarando que si la nación alguna vez abandonara la religión cristiana y la moralidad cristiana, la nación estaría sujeta a un colapso inevitable. Sus palabras fueron proféticas. Calvin Coolidge, el treintavo presidente de los Estados Unidos, expresó los sentimientos de los Fundadores cuando declaró: “La fundación de nuestra sociedad y nuestro gobierno descansa mucho sobre la enseñanza de la Biblia tanto que sería difícil sostener estas fundaciones si la fe en estas enseñanzas cesara de ser prácticamente universal en nuestra nación” (“Coolidge-Bible”, 2004, énfasis añadido). Como un historiador francés Alexis de Tocqueville observó en sus comentarios acerca de América en la década de 1830: “¿Cómo es posible que la sociedad escape a la destrucción si el lazo moral no es reforzado en proporción mientras que el lazo político es aflojado? Y ¿qué se puede hacer con la gente que son sus propios amos si ellos no son sumisos a la Deidad?” (1945, p. 307). El lazo moral de América ha experimentado erosión considerable por los pasados 50 años. Si Tocqueville, y estos predecesores americanos estuvieron en lo correcto, América está encaminándose rápidamente hacia la destrucción.

Por tanto ¿deberíamos abandonar las designaciones a.C. y d.C. por deferencia a aquellos que rechazan el punto de vista cristiano? Al hacerlo abandonaríamos las mismas fundaciones de la civilización americana. Esto sería abandonar los documentos fundacionales de la nación—la Constitución de los Estados Unidos. ¿Por qué? Justo antes del listado de los 39 signatarios—hombres que pusieron sus firmas en este documento supremo como indicación de su aprobación de sus contenidos—la observación conclusiva de la Constitución dice:

Hecho en Convención por el Consenso Unánime de los Estados presentes el Decimoséptimo Día de Septiembre en el Año mil setecientos Ochenta y siete de nuestro Señor y el año Doce desde la Independencia de los Estados Unidos. En Testimonio de lo cual hasta ahora Nosotros subscribimos nuestros Nombres (“The United Status…”, énfasis añadido).

¿Será la Constitución censurada y alterada para incorporar “E.C.”? ¿Intentará la ACLU [Unión Americana de Libertades Civiles—MP] y los técnicos liberales sociales remover también esta alusión inconfundible de la orientación cristiana de los Artífices?

REFERENCIAS

Adams, John (1854), The Works of John Adams, Second President of the United States, ed. Charles Adams (Boston, MA: Little, Brown, and Company).

“Coolidge-Bible” (2004), Minnesota Family Council, [En-línea] URL: http://www.mfc.org/contents/transcript.asp?id=996.

Snyder, K. Alan (1990), Defining Noah Webster: Mind and Morals in the Early Republic (New York, NY: University Press of America).

Steiner, Bernard (1907), The Life and Correspondence of James McHenry (Cleveland, OH: Burrows Brothers).

Story, Joseph (1833), Commentaries on the Constitution of the United States (Boston, MA: Hilliard, Gray, and Company).

de Tocqueville, Alexis (1945 reprint), Democracy in America (New York, NY: Alfred A. Knopf).

The United States Constitution, [En-línea], URL: http://www.house.gov/Constitution/Constitution.html.

Washington, George (1796), “Farewell Address,” [En-línea], URL: http://www.yale.edu/lawweb/avalon/washing.htm.


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